Jean
Paul Sartre fue uno de los filósofos más destacados de la era contemporánea y,
a pesar de las controversias de sus ideas, su pensamiento aún tiene vigencia en
la sociedad actual. Su vida se desarrolló entre muchos ámbitos: filosofía,
dramaturgia, novelas, ensayos, e incluso la política.
Este
filósofo desarrolló la teoría del existencialismo, en ella sugiere que el ser
se establece entre dos mundos, el ser en sí, que lo define como un ser integro
en el que no se ha involucrado a la razón, y el ser para sí, es la conciencia,
la búsqueda de cambios, representa la libertad del ser, libertad para elegir
como queremos llevar nuestra vida.
Para Sartre, los hombres siempre tenemos la potestad de elegir lo que queremos
hacer y sentir. Lo importante es saber tomar las decisiones correctas y ser lo
suficientemente maduros para aceptar nuestros errores y las consecuencias que
éstos pueden traer para nuestra vida y la de otros.
En
la actualidad, encontramos muchas actitudes en el ser humano que dejan pensar
hasta qué punto esa libertad de escoger es bien llevada, ya que algunos la
confunden con el “libertinaje” lo que hace que no se analicen las consecuencias
de nuestros actos, mientras que otros intentan culpar a terceras personas de
las decisiones erradas, justificando sus accionen con expresiones como “no tuve
otro opción”, “no pude decir que no”, “tú me llevaste a decidir eso” entre
otras. Estas expresiones son denominadas por el filósofo como “la mala
conciencia”, cuando no somos capaces de aceptar las responsabilidades que nos
trae una decisión tomada. Todas las personas tenemos la oportunidad de escoger,
para bien o para mal, incluso en las situaciones más extremas.
Los
hombres debemos aprender a usar adecuadamente esa libertad que se nos ha dado,
ya que muchas veces tomamos decisiones sin analizar las consecuencias que traen
consigo esas determinaciones, además debemos dejar de buscar terceros culpables
de lo que solo nosotros escogimos. Todo lo que pasa en nuestra vida es
consecuencia ineludible de las actitudes y decisiones que tomamos frente a las
diferentes situaciones de la vida. Dejemos de responsabilizar a los demás y
asumamos de una vez por todas que en nuestra novela de vida nosotros somos los
únicos protagonistas y todo lo que ocurra en ella es única y exclusivamente
nuestra responsabilidad.
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